Vetusta Morla
Aquí hay dragones

Rolling Stone’ y el grupo madrileño comparten dos intensos días para desvelar, en exclusiva, cómo se preparan para su advenimiento masivo, tres años después de protagonizar una epifanía ejemplar y única en el rock nacional. ¿El disco más esperado del año? Sin duda.

Entrevista de César Luquero

Construido por un artesano anónimo a primeros del siglo XVI, el Globo de Hunt-Lennox es un hito en la historia de la cartografía. Esa pequeña esfera de cobre es uno de los globos terráqueos más antiguos de los que se conservan. También fue de los primeros en representar América, recién descubierta, aunque sólo del Caribe para abajo: los territorios del Norte, apenas explorados, aparecen en él como disperso conjunto de islas. Al margen de su indudable valor científico e histórico, el Globo de Hunt-Lennox es conocido universalmente por la leyenda "Aquí hay dragones", que su artífice grabó en la zona correspondiente a las Indias Orientales. Dicha frase se convirtió en sinónimo cartográfico de lo desconocido, continuando una tradición ya existente en el Medievo que pervive hoy en algunas manifestaciones de la cultura popular. Hay dragones, así que olvídense del mapa, persígnense y remen hacia la niebla.

No extraña que Vetusta Moría –uno de los grupos de extracción independiente más populares de nuestro país– haya decidido recurrir a la geodesia para titular su esperadísimo segundo álbum. Si todo va por su camino, Mapas llegará a las tiendas a mediados de mayo, aunque a primeros de mes ya se podrá adquirir en formato digital. 45.000 copias vendidas y 150 conciertos después –esas son las cifras que avalan a Un día en el mundo (2008), su estreno en largo–, los de Tres Cantos afrontan un viaje incierto, marcado, inevitablemente, por sus muchas conquistas precedentes. ROLLING STONE acompañó al sexteto durante un par de días, en pleno proceso de pulido de su nueva obra. Boguemos junto a ellos, pues.

MI BUENOS AIRES QUERIDO
Con el casco integral bien calado, embutido en unos pitillos y cargado de miel. Así se presenta Pucho, el cantante del grupo, en el lugar convenido. A lomos de una Vespa, sigue el rebufo del coche que lleva a sus compañeros David García (batería), Juanma Latorre (guitarra) y Guillermo Galván (guitarra). Jorge González (percusión y programaciones) y Álvaro Baglietto (bajo) atienden asuntos personales lejos de aquí. Cada semáforo en rojo le sirve a Pucho para soltar lastre. Primero una mochila a punto de explotar. Luego una bolsa de tela con el logo de su compadre Depedro. Por último, los tarros de miel. Anoche se le hizo tarde trabajando en la cubierta del nuevo álbum y hoy le ha tocado madrugar para ponerse frente a la cámara de Thomas Canet, nuestro fotógrafo. Pero no hay queja. Soto ojeras.

Sentado en el salón de una casa de comidas del madrileño barrio de Canillas, Pucho despliega una servilleta que luego retorcerá para intentar explicar a sus compañeros cómo queda la portada de Mapas. Habla de troqueles, de pruebas y de plazos de entrega. Este último asunto –el de las entregas y sus plazos– reaparecerá en horas sucesivas. Dentro de poco, Vetusta Morla cruzará el charco para tocar en Buenos Aires, como telonero del veterano grupo uruguayo No Te Va Gustar. Tres conciertos junto a los de Montevideo en el célebre Luna Park y uno más como cabezas de cartel en La Trastienda, garito porteño de resonancia mítica. Antes de hacer la maleta, deberán dejar resuelto el arte del disco, rematar un par de canciones nuevas, resolver los detalles sobre el lanzamiento –vía web– del tema-adelanto del álbum y ensayar de cara a los conciertos de Argentina. La considerable carga de trabajo y el acuciante calendario no les mina el carácter. Ante todo, mucha calma; aunque a veces sea tensa.

Durante la comida, que transcurre plácida y sabrosa, se someten a una breve descompresión. Evocan aquellas primeras veces en Buenos Aires, con gente en sus conciertos pese a no haber publicado discos allí. Recuerdan las aventuras vividas junto a Copi Corellano, multiinstrumentista aragonés establecido en Río de la Plata que les llevó a su programa televisivo y puso a su disposición un coche, con chófer y todo. Rememoran aquella tarde de fútbol en La Bombonera, estadio al que llegaron en un autobús atestado de turistas y capitaneado por una mujer madura y vocinglera, tocada con bufanda azul y amarilla. También hablan de México, de lo tentador que les resulta calar entre el público azteca y de lo mucho que deben perseverar para conseguirlo. Tienen las ideas claras, no cabe duda.

RECUERDOS DE CHICO
Establecido como tal hace sólo 20 años, Tres Cantos es el municipio más joven de la Comunidad de Madrid. Allí llegaron, a principios de los ochenta, los primeros colonos de una ciudad cuyo último censo registra más de 40.000 habitantes. Allí crecieron y se conocieron los seis integrantes de Vetusta Morla. "Somos amigos desde siempre", asegura David, ya en el turno de postres, cafés e infusiones: "Hemos ido al colé juntos, luego al instituto, jugábamos en el mismo equipo de fútbol y luego vino lo del grupo. Todos los de nuestra generación nos conocemos bien, nuestros padres también, porque aquello empezó siendo un pueblo, aunque ahora haya crecido mucho". "Había unos barracones medio abandonados que los grupos de la ciudad empezaron a ocupar", señala Guillermo. "Las condiciones de seguridad e higiene", prosigue Pucho, "dejaban bastante que desear; recuerdo los filtros del aire acondicionado, daba miedo ver lo que estaba creciendo ahí dentro, aunque luego la cosa mejoró bastante y el ayuntamiento dispuso otros locales que estaban mejor". "Mejor sí que estaban", tercia Juanma, "aunque hubo que insistir para que se insonorizaran mínimamente, porque pretendían poner puertas correderas para separarlos, ya ves tú".

Durante mucho tiempo, Vetusta Morla ensayó en dichos locales. Entre esas cuatro paredes –que acogían a otros grupos de la zona como Scandal Sue o XXL– nacieron las canciones que alimentaron sus primeras maquetas. La cuadratura del círculo (2003) –sólida demo de cuatro temas en la que conjuraban la bisoña dispersión de 13 horas con Lucy (2000)– empezó a abrirles puertas y a engordar su dietario, convirtiéndoles en uno de los grupos más activos del circuito madrileño. Después llegó el EP Mira (2005). Más tarde, Un día en el mundo, con todo lo demás. "Aquellos años fueron increíbles", admite Guillermo, "pero las cosas han cambiado mucho. La aproximación que hacías al mundo del rock cuando formabas parte del público era diferente, más romántica, había una ingenuidad que ya no se da y que llevó a muchos a estrellarse con la realidad. Ahora es distinto, esa distancia entre músico y público ha desaparecido y, aunque parezca una tontería, Internet y las redes sociales han contribuido a ello. Si quieres, puedes ir de estrella, pero no tiene sentido; es mejor establecer un contacto directo con la gente, más sano y realista".


EL ÓXIDO
Amplio, luminoso y bien pertrechado, nada que ver con su antigua sede tricantina, el local de Vetusta Morla es la matriz en la que se ha gestado Mapas. Hoy toca ensayo y se nota que el grupo está expectante. A las cuatro de la tarde, con el equipo ya encendido y de nuevo en pleno, Vetusta Morla se zambulle a pulmón en una jam de probatura. Tras los ajustes, empiezan a repasar el repertorio que desgranarán frente al público bonaerense, formado, en su mayoría, por temas de viejo cuño que hace diez meses que no tocan. Gestos de incredulidad al terminar Boca en la tierra. Tres cuartos de lo mismo cuando expiran Un día en el mundo y Copenhague. Nadie parece contento con lo que escucha. "Demasiado volumen", "cero dinámicas" y "no oigo nada" son algunos de los argumentos esgrimidos. A En el río –prometedor corte de adelanto del nuevo disco, con texto de eco bíblico y aire rematadamente popular– le dan un par de vueltas, pero ni por esas: Pucho, David y Guillermo terminan enredándose en la elaborada armonía vocal que pretendían trenzar.

Poco antes de empezar el ensayo, Pucho ha recibido una llamada que les recuerda la apretura de su presente agenda y dibuja un mohín de impaciencia en el rostro de sus compañeros. La recta final del proceso creativo tiene forma de embudo y sus márgenes se estrechan demasiado. Las impresionantes cifras de venta de aquel primer largo y el posterior tute de conciertos han cambiado algunas cosas, pero los fundamentos son los mismos.

Pequeño Salto Mortal S.C.E –encarnación jurídica de Vetusta Morla –sigue manejando el timón de una nave asediada por ambos flancos, cuyo gobierno no siempre es fácil. "Seguimos trabajando con las mismas personas que nos ayudaron en el primer disco", apunta Guillermo. "La infraestructura ya está hecha: trabajamos con una distribuidora, una agencia de contratación, otra de prensa y tiramos de freelancers cuando es necesario, aunque ahora hemos abierto una pequeña oficina y contratado a media jornada a una persona para que lleve la actividad del sello, porque al final de la gira anterior nos dimos cuenta de que no podíamos estar a todo sin que la música se resintiera". Eso no significa que ahora escurran el bulto: cada decisión les sigue implicando directamente. La llamada recibida antes de ensayar y el ajustado plan de trabajo previsto para el día siguiente así lo confirman. Mejor cerrar la puerta por fuera y dejar que sacudan a solas el óxido acumulado en su repertorio durante los últimos meses.

MI BUENOS AIRES QUERIDO
Han pasado 18 horas desde que ROLLING STONE abandonara el local del sexteto. El sol inunda la casa de David García, una coqueta buhardilla situada a espaldas del Rastro que también es domicilio social de Pequeño Salto Mortal. El anfitrión conecta su MacBook a un equipo estéreo terminado en dos pantallas con caja de madera, que prometen un sonido superior. El resto de socios –a excepción de Jorge, de camino a Tudela para tocar con Calocando, su otro grupo– hacen café y charlan en la estancia contigua. Poco a poco irán desfilando hacia el salón.

El grueso de Mapas se registró en Gárate, estudio situado en un bucólico entorno a las afueras de Andoáin y regentado por Kaki Arkarazo, consumado músico y productor que formó parte de grupos cardinales como M-ak, Kortatu y Negu Gorriak. Las grabaciones adicionales se realizaron en Madrid. De las treinta y pico canciones propuestas, sólo una docena han pasado el corte final. Algunas, caso de Cenas ajenas, En el río, Mapas, Mi suerte, Escudo humano o El hombre del saco dejan una inmejorable impresión ya en la primera escucha.

Tardasteis diez años en sacar vuestro primer largo; ahora sólo habéis tenido uno para componer y grabar. ¿No ha supuesto mucho agobio?

(Guillermo) Antes todos manteníamos nuestros trabajos y, aunque ensayábamos tres días en semana, el ritmo de composición no era tan rápido como el de ahora. En ese sentido, nos ha preocupado más cuál era el criterio a seguir, qué contar y cómo contarlo. Decidimos sacar todo lo que teníamos, vaciar la cartera. Hemos tardado en enfocar a nivel conceptual. Se llama Mapas porque hemos partido de puntos inconexos que se han conseguido unificar.

¿En qué momento dais con esa idea central?

(Pucho) En cuanto empezamos a montar un repertorio, a ver por dónde iban los tiros. Juanma trajo la canción Mapas, que en su momento iba a ser Mapas sin leyenda. Parecían coordenadas distintas, pero vimos que podían formar un todo. (Juanma) Escudo humano y El hombre del saco han salido hace poco. Es a posteriori, al escuchar las canciones, cuando te das cuenta de que hay una especie de intuición, de fuerza extraña. Pero tampoco es un disco de concepto.

Lo de remitir a la carta de navegación después de todo lo que habéis vivido durante el último trienio parece lógico.

(G) Quizá en las letras se han dado pasos más premeditados. Estuvimos mucho tiempo pensando en futuribles, fantaseando con qué podía pasar; cuando llegamos al final de la gira vimos que nuestra vida era distinta, que nos dedicábamos a otra cosa, que todo era igual pero que el mapa había cambiado. No podíamos seguir hablando de qué iba a pasar, teníamos que hablar de lo que vemos en la ventana de enfrente. En lo musical, tampoco nos hemos planteado muchas cosas, salvo que queríamos grabarlo en directo.

Ese empeño metodológico –cada vez más habitual entre nuestros músicos– se antoja consecuencia directa de su propia dinámica creativa, porque este nuevo cancionero se ha consolidado de puertas para adentro, con todo el grupo dando el callo en el local. "También se trata de reivindicar el factor humano en las producciones musicales", aclara David: "Al tocar todos juntos asoman imperfecciones, pero también dinámicas que dan sensaciones muy diferentes. El sonido, al grabarlo en analógico, ofrece posibilidades que no encuentras en digital. Y eso es lo que buscábamos. Existen programas de sonido que hacen que todo esté perfecto, pero ahí el factor humano se diluye, todo se convierte en matemáticas''. "Creo que la vuelta a esos sistemas de grabación", aventura Guillermo, "tiene mucho que ver con la búsqueda de la experiencia". "No se graban tantos discos a lo largo de una vida y sé que, cuando pasen los años, voy a recordar que grabé en medio de la montaña, que me bajé a beber sidra al pueblo una de las noches, que allí vivía un caballo al que iba a ver por las mañanas. No me voy a acordar de los detalles técnicos".

CANTOS DE SIRENA
Vetusta Moría aparcó la furgo en julio de 2010 para retirarse a sus cuarteles de invierno. Por aquel entonces ya se especulaba sobre el futuro inmediato de una banda que había pasado del underground al dominio público de forma autónoma, concierto a concierto, generando una pequeña estructura organizativo-administrativa que se reveló eficaz, ejemplar, digna de estudio. Que nuestro depauperado establishment discográfico les tirara los trastos sólo era cuestión de tiempo. Estaba por ver si ellos morderían el anzuelo.

Seguís siendo vuestros jefes. ¿Ha habido que discutir por eso?

(J) De los pocos debates ausentes, ése ha sido uno. Hemos llegado a discutir por un punto, un guión o un espacio en blanco en la web, pero no por eso. Eso no se ha cuestionado nunca, entre otras cosas porque no hemos tenido ninguna oferta formal de nadie.

¿En serio?

(D) Bueno, algunos sí que nos han guiñado el ojo.
(G) Entre unas cosas y otras, nos ha guiñado el ojo todo el mundo, pero nadie nos ha sentado en una mesa a hablar con seriedad, con un plan de trabajo.
(J) Me atrevo a decir que no hubiéramos aceptado, porque tenemos una forma de funcionar en la que ya hemos cubierto lo más difícil, que fue montar toda la infraestructura. Renunciar ahora a nuestra forma de hacer las cosas, a la libertad y el control que tenemos, nos iba a resultar imposible.

¿En qué momento os disteis cuenta del 'boom'?
(J) En conciertos, principalmente. En el BAM de Barcelona, por ejemplo. También en el concierto del festival Sonorama en la plaza del pueblo.
(G) Todos esos pasos fueron en directo y, cuando éste se había consolidado, se trasladó a lo mediático en muy poco tiempo. En el momento en que sales en una tele, ya sales en todas.

Mientras duró su anterior tour, Vetusta Moría se convirtió en compañero de postre de muchos españoles. Hubo un tiempo en que no se concebía el telediario sin su presencia. Al premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España, se fueron sumando el disco de oro, el pelotazo en YouTube del clip de Un día en el mundo, los Premios de la Música, la primera incursión americana, el maratoniano fin de gira en los madriles, los Premios UFI. La cobertura especializada y local se quedó pequeña y sus notas de prensa empezaron a sacar codo en las redacciones de los medios generalistas. "Pero eso tampoco lo alimentamos nosotros", dice Álvaro: "De hecho, hubo un momento en que pensamos que ya estaba todo dicho. Empezamos a seleccionar más, porque veíamos que había una sobreexposición. No me gustan los grupos que están en todas partes y creo que no hemos llegado a eso".

LA GRACIA DEL ASUNTO
Cenas ajenas tiene trazas de favorita. Dinámica, infecciosa y con un sorprendente planteamiento vocal que en las estrofas vira hacia terreno colindante con el soul, encierra un brillante arreglo de Omnichord –fue Jairo Zavala, líder de Depedro quien les mostró las bondades de tan peculiar instrumento– y un texto que hace foco en el poder transformador del tiempo, en cómo cambian las cosas. "Esa canción", explica Guillermo, "habla de cómo reconciliarse con esas cosas que hemos odiado durante un montón de tiempo; de cómo nos toca reinterpretarlas o convivir con ellas; de cómo encajar, en el punto en que estamos, el hecho de que ya somos adultos con todos esos recuerdos".

Curros aparte, ¿qué otras cosas han cambiado en vuestras vidas?

(A) El cambio significativo viene de ahí realmente. Antes quedábamos para ensayar como terapia; empezábamos a las nueve, salíamos a las doce o la una de la noche, nos volvíamos a casa y al día siguiente madrugábamos para ir a currar. Eso sí que era presión y no lo de ahora. Es muy emocionante recordar esa etapa, porque veías que estabas ahí porque lo necesitabas. Tampoco es que tuviéramos una meta y que pensemos que ya la hemos conseguido. He disfrutado todo eso, no soy más feliz ahora que antes. Seguimos en el camino.

Sois muchos. ¿Cómo hacéis para mantener la armonía?

(A) Es una cuestión de trabajo en equipo, de personalidades de cada uno, de empatía, de roles. Ayer estuve con un grupo de unos amigos a los que estoy echando un cable y veía cómo hay cosas que no fluyen porque entre ellos no se dejan fluir.
(P) Nos han dicho que tenemos mucha psicología emocional, por así decirlo.
(G) Tragaderas, que dicen otros.

También os lleváis bien con vuestros compañeros de oficio. Al menos en apariencia.

(P) Hoy en día ya no puedes vivir de tener un talento enorme. Tienes que saber rodearte de personas válidas y tener constancia en el trabajo. Eso te lleva a tener un carácter más abierto y a conectar con las personas que están a tu alrededor, como por ejemplo tus compañeros de profesión.

El minutero avanza implacable. El personal del estudio Sonobox les espera para coronar un par de temas algo más díscolos que el resto. Hay que ir abreviando. En pocas semanas, el público podrá escuchar canciones como Mapas – "Cada error en cada intersección no es un paso atrás/es un paso más", asegura su estribillo– y decidirá si les acompaña en esta nueva incursión por Terra Incógnita. A partir de aquí hay dragones, pero ésa es la gracia del asunto.

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Fuente: Rolling Stone, nº 139, mayo 2011.