Todavía hoy se sigue hablando del «enigma etrusco», la floreciente civilización que se desarrolló en Italia, entre finales de la Edad del Bronce (siglos X-IX a.C.) y el siglo I a.C., cuando se produjo su definitivo sometimiento a Roma. Sus peculiaridades etnográficas y lingüísticas, así como religiosas, políticas y culturales, que se muestran en parte en esta exposición organizada por la Obra Social de «La Caixa» en Caixaforum (Paseo del Prado, 36), les confirman como un pueblo diferente de los demás de la Italia antigua.

Los orígenes

Las dudas sobre su procedencia ya asaltaban en la Antigüedad al historiador griego Herodoto, quien afirmaba que era un pueblo que había emigrado desde Asia Menor y se había establecido en la Toscana. El misterio continuó en la época del emperador Augusto, Dionisio de Halicarnasó, quien sostenía la idea que se trataba de habitantes autóctonos, y no se ha solucionado en nuestros días.

En la actualidad, la «cuestión etrusca» sigue abierta. Su procedencia y el origen de su lengua, así como su extraordinario desarrollo cultural han sido siempre una incógnita. Pese a todo, los numerosos estudios realizados en los últimos años han permitido conocer un poco mejor este pueblo, y son los que quedan recogidos en la muestra que se podrá contemplar desde hoy y hasta el 18 de enero de 2009 en CaixaForum Madrid.

La exposición, llamada «Príncipes Etruscos. Entre Oriente y Occidente», reúne una colección de 170 obras procedentes del Museo del Louvre, el Museo Gregoriano Etrusco de la Ciudad del Vaticano, los Museos Capitolinos y el Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia de Roma, entre otros.

Todas las piezas expuestas en Caixaforum, sarcófagos, joyas, vasijas, y tronos, dan una idea de la riqueza y del poder de los etruscos, «extendida por mar y tierra», según recuerda la comisaria de la muestra Anna Mura Sommella. Su poder estuvo determinado al parecer por la explotación de tierras muy fértiles y por la presencia en su territorio de prósperos yacimientos mineros, además de por su intensa actividad comercial.

De hecho, la precocidad de los contactos y los intercambios de los etruscos con el mundo griego y grecooriental fue básico para su desarrollo económico, sino también para el cultural. En efecto, la llegada de refinados productos de importación y la consiguiente asimilación de usos y costumbres de pueblos que ya habían alcanzado un alto grado de civilización propiciaron el rápido desarrollo etrusco.

El nacimiento de la aristocracia

Tanto es así, que este pueblo tuvo ya desde el siglo VIII a.C. un ordenamiento de la sociedad basado en la diferenciación económica. El triunfo de una elite aristocrática, en cuyas manos se concentraba el poder político y religioso, tiene su origen en las riquezas acumuladas gracias a la posesión de la tierra, el control de dichos yacimientos mineros y el monopolio de los intercambios culturales. En esta nueva estructura social se consolidó el papel paritario de las mujeres de alto rango, que se reservaban las labores de hilado y tejido y la custodia de las riquezas y los bienes acumulados.

La época de los príncipes

Entre la segunda mitad del siglo VIII y principios del IV a.C. el periodo llamado «orientalizante», nace y se consolida el poder de los príncipes. El aprovechamiento cada vez más «moderno» y eficiente de sus yacimientos atraería a griegos y fenicios, interesados en establecer contactos e intercambios entre el mundo oriental y el occidental.

Por medio de las relaciones comerciales llegan a Etruria los estilos y las costumbres de la fastuosa y refinada vida de las cortes orientales, pronto asimilados por las clases aristocráticas. Los príncipes etruscos consumen vino como los griegos y exhiben objetos de prestigio, especialmente valiosos, para hacer ostentación de su riqueza.

Estos príncipes guerreros, conocidos sobre todo por la documentación que nos ofrecen sus tumbas y ajuares funerarios, dejaron amplios testimonios de su poder en singulares objetos de bronce y otros materiales preciosos que podemos observar en la muestra presentada en CaixaForum: tronos, carros y arreos de caballo, calderos, y copas de producción fenicia, griega y etrusca, elaborados en oro, plata, cerámica pintada -la característica cerámica negra etrusca-.

De esta época podemos observar también la orfebrería de oro, con bellísimos apliques, y documentación que atestigua el conocimiento de la escritura entre las capas sociales más altas, como abecedarios y las inscripciones de dedicatoria o de posesión grabadas en recipientes de búcaro o marfil.

De entre finales del siglo VII y principios del VI a.C., vemos durante el recorrido de la exposición la evolución de la arquitectura, adecuada a las necesidades de las nuevas clases sociales que iban surgiendo al hilo de su gran desarrollo económico, pero también artículos del uso cotidiano, como espejos, candelabros y braseros conservados intactos y con los nombres de sus propietarios inscritos. También podemos ver la importancia que le daban al culto a la muerte y a la creencia de que el difunto subsistía gracias a que en las tumbas había todo lo necesario para «habitar» en ellas.

Recorrido de la muestra

El recorrido de la colección se articula en tres grandes sectores: el periodo de formación, representado por dos tumbas con ajuares significativos, pertenecientes a un guerrero y a una dama de alto rango, que reciben al visitante (en la imagen superior).

Continúa la muestra con la afirmación de una sociedad dominada por familias principescas particularmente ricas, que habiendo incorporado los usos y costumbres del mundo griego y grecooriental dejaron amplios testimonios de su poder y su riqueza, expresados en preciosos objetos de bronce y de materiales preciosos, entre los que se encuentra un curioso rallador de queso.

La última parte está dedicada al desarrollo de la civilización urbana, evidenciando los aspectos relativos a la arquitectura sacra, la producción artística, la religión, la vida cotidiana y los usos funerarios.

La colección nos despide con una selección de gran impacto visual, como los grandes frisos pintados de Tarquinia, la decoración arquitectónica realizada para un importante templo de Roma durante el dominio de los reyes etruscos, espléndidos sarcófagos y objetos de producción etrusca o de importación griega relativos al ámbito público o privado.

Πηγή: www.abc.es