Cierto es que el griego tiene mucha influencia en la etimología de nuestro idioma. Y también que su alfabeto no es lejano al nuestro. Pero el caso es que no hay forma de entender a un griego en Atenas, ni queriendo. Y no sólo eso, ya que también su sistema gráfico es endiablado, por mucho que a uno le hayan enseñado a sangre y fuego las traducciones de Esopo y Jenofonte, incluida la Anábasis.
Eso sí, en Atenas se habla inglés. O mejor dicho se balbucea en las calles y se imprime en la carta del restaurante, claro, para saber que la maldita domodakia es una hoja de parra con arroz y carne, y la tsaltsiki, una salsa de yogur ácido y no una salsa tártara.
Mímica futbolera
Y también se habla español. O algo parecido que suena a Real Madrid, Barcelona, Raúl y Ronaldinho. Se habla español, o como se llame esa jerga medio futbolera, en el barrio de Plaka, la zona convertida en un gigantesco bazar de souvenirs, cuando el turista compra un coboloi, una reproducción en latón chino de la máscara de Agamenón o una bolita del Partenón con nieve de quita y pon. Y si todo eso falla, pues también quedan las manos, los gestos o, como decía un guía de mucha prosapia, la simple alusión al sirtaki, al bouzouki o a Zorba el griego.
Πηγή: www.laverdad.es