Το σώμα παύει να είναι σώμα, βιολογικό υλικό, και γίνεται ένας χαρακτήρας...
M. Πούρκος

La a comunicación humana no se limita a las actividades verbales. En el acto de la comunicación un papel significante y a veces prioritario desempeña lo que denominamos lo no verbal. Bajo este término se esconde un amplio contenido de los signos y sistemas no lingüísticos que acompañan a la comunicación oral. Entre los principales podemos distinguir: la paralingüistica, la proxémica, la kinésica y la cronémica. La primera se ocupa, entre otros, de las cualidades de la voz. A través de la modulación de aquella o rompiendo el discurso verbal con los silencios y las pausas podemos matizar de manera significativa el mensaje verbal que deseamos transmitir. La distancia que mantenemos con otra persona durante la conversación o el contacto físico interpersonal y con el ambiente constituye el objeto de investigación de la proxémica. Los movimientos de nuestro cuerpo o las expresiones de la cara que las personas utilizan durante el acto de hablar o realizan para comunicarse sin que intervengan las palabras forman parte del sistema kinésico. Mientras que la cronémica se ocupa del concepto y de las actitudes que el ser humano tiene respecto al tiempo que maneja a diario (Poyatos, 1994: 20).

Como podemos observar la comunicación no verbal abarca múltiples aspectos y dependiendo de los objetivos que una persona procura lograr puede desempeñar papeles distintos. La expresión de la cara por ejemplo, el tono de la voz o simplemente la mirada puede tanto traicionar nuestras verdaderas intenciones como camuflarlas. A través de la aplicación de un gesto corporal podemos reforzar o debilitar el sentido de un enunciado verbal. O igualmente confirmar o contradecir lo que expresamos de forma oral en el momento dado.

El uso del lenguaje no verbal recobra especial importancia a la hora de expresarse en un idioma extranjero. Ante las deficiencias del vocabulario necesario para transmitir un mensaje o realizar una petición la incorporación de un elemento no verbal como gesto por ejemplo sirve bien para reemplazar el enunciado verbal o simplemente para “rellenar los huecos” en el discurso. Imaginémonos a un español que intenta comprar dos barras de pan en una panadería en un pueblo griego. Es probable que el vendedor procedente de la provincia no hable inglés o español y el cliente no puede comunicarse en griego. Sin duda la compra tendrá lugar si el español recurre a los gestos para señalar en primer lugar hacia los estanterías donde se encuentra el producto y a continuación utilizando los dedos para indicar el número de las barras que desea.

A menudo, los signos extralingüisticos funcionan de manera autónoma, es decir sustituyen lo verbal y permiten comunicarse con más comodidad y a distancia con otras personas. Pues un sonido o un movimiento mímico de la cara encierra a veces un significado bastante amplio, que no sería posible expresar en tiempo tan corto y con tan mínimo esfuerzo utilizando el enunciado verbal. Como bien ha notado E.A. Adams, el profesor de la Universidad del Estado de Pensilvania, los movimientos de las manos, por ejemplo, son económicos, rápidos de emplear y pueden ejecutarse con mayor velocidad que el lenguaje hablado.

Otra de las características fundamentales de la comunicación no verbal es –como bien señala A. Ma Cestero Mancera (1999: 12)– la oportunidad que nos proporciona, de comunicarnos con varias personas a la vez. Eso tiene lugar por ejemplo cuando hablamos por teléfono comunicándonos simultáneamente con la gente que nos rodea.

Dicho todo esto podemos llegar a la conclusión de que por una parte los elementos no verbales de la comunicación facilitan considerablemente la interacción humana y por otra parecen ser indispensables para abarcar con profundidad los aspectos culturales de distintos grupos de personas o las naciones enteras. A diario establecemos intercambios interactivos con diversas especies y nuestras actitudes tanto de carácter positivo como negativo, verbales o no verbales hacia ellas constituyen índices bien elocuentes sobre nosotros mismos y sobre nuestra cultura (Poyatos, 1994: 29). El manejo apropiado de nuestra expresión no verbal como también el correcto reconocimiento de los mensajes no verbales que emiten las personas en nuestro entorno pueden resultar muy útiles a la hora de ascender social y profesionalmente dentro de la sociedad y al mismo tiempo evitar ser engañado. La importancia del uso consciente de lo no verbal podemos observar por ejemplo en el mundo de la política donde el comportamiento de los políticos resulta ser bien estudiado y se basa en gran medida en el empleo de los gestos, la modulación de la voz y la expresión de la cara, recursos que tienen como objetivo otorgar el mayor número de electorado (Serrano 1980: 80). De esta manera la comunicación no verbal se convierte en una valiosa fuente de informaciones sobre distintos grupos étnicos e incluso clases sociales y un poderoso instrumento social. Por tanto debe constituir uno de los fundamentos de la enseñanza sobre lengua y cultura de diferentes naciones.

Supuestamente, la implementación de la comunicación no verbal constituye uno de los elementos más importantes en los planes educativos europeos para la enseñanza de las lenguas extranjeras. Algunos importantes documentos, como el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (2001) y el Nuevo Plan Curricular del Instituto Cervantes (2006), hacen hincapié en la presencia del componente cultural y el desarrollo de la competencia cultural del alumno en su proceso formativo. Esto significa, por una parte, un tratamiento matizado de los contenidos socioculturales; por otra, permite que el estudiante se familiarice con todo lo relativo a la comunicación intercultural. De esta manera, se obliga al alumno no solo a conocer sino también a manejar de manera correcta aquellos elementos tanto verbales como no verbales que forman parte de las actitudes interculturales y de los comportamientos socioculturales de los hablantes de la lengua estudiada.

El desarrollo sociocultural que transcurre de manera vertiginosa en las últimas décadas gracias, entre otros, a los medios de comunicación como Internet encuentra su reflejo en los métodos de la enseñanza. A principios del siglo XXI se replanteó la cuestión de la enseñanza de las lenguas extranjeras. Los objetivos y los requisitos que deben cumplir tanto los profesores como los estudiantes fueron objeto de investigación a escala internacional. Conscientes de las necesidades que traen la globalización y el constante intercambio cultural los investigadores se esforzaron para realizar un plan uniforme que contenía las reglas de seguimiento didáctico en el espacio europeo de la enseñanza de los idiomas. Una de las posiciones destacadas en el documento aprobado por el Consejo Europeo en 2001 ocupa también la comunicación no verbal como elemento que se debe incluir al programa educativo.

Lo que el Marco Europeo Común para las Lenguas (2001) pone de relieve es indudablemente la competencia comunicativa que comprende varios componentes: el lingüístico, el sociolingüístico y el pragmático. En el desarrollo de las capacidades interculturales un papel clave juega el componente sociolingüístico. La competencia sociolingüística como aquella que comprende “el conocimiento y las destrezas necesarias para abordar la dimensión social del uso de la lengua” (2001: 116) tiene que ver entre otros con las normas de cortesía, las expresiones de sabiduría popular o las diferencias de registro, el dialecto y el acento. Las personas que no son capaces de encontrarse en distintas situaciones sociales y manejar de manera apropiada los diferentes registros no conseguirán adquirir un nivel satisfactorio de la lengua que aprenden. Tampoco lo harán si su observación carece de atención respecto a los signos que reciben de manera no verbal durante estas acciones. Pues los distintos registros los acompaña muchas veces el cambio de postura, la expresión de la cara, los elementos prosódicos de la expresión oral pero también la distancia que nos separa de nuestro interlocutor. La relajación del cuerpo, la mímica de la cara o unos gestos, nos pueden informar sobre los registros que utiliza la persona con la cual hablamos, sin que lo detectemos en el nivel lingüístico. También los dichos populares muchas veces se ven reforzados por los movimientos corporales que tienen el mismo valor semántico y pueden funcionar tanto como el elemento reforzador como de manera independiente. Así pues, para que tenga lugar la asimilación plena del mensaje transmitido por un hablante nativo hace falta la comprensión pertinente. Las estrategias de comprensión señaladas por el Marco Común (2001) incluyen la identificación del contexto y la posesión de los conocimientos del mundo adecuados a ese contexto.

Indudablemente, un extranjero no se limita solamente a recibir información, sino que forma parte del proceso comunicativo emitiendo también diversos mensajes. Es decir, interacciona con su interlocutor. Como interacción se comprende tanto la comprensión como la expresión. Ambos procesos requieren tener un conocimiento bastante profundo de la lengua con sus aspectos verbales y no verbales.

Subrayando, es obvio que tanto en el caso del Marco Común Europeo (2001) y el Nuevo Plan Curricular (2006) el tratamiento de una cuestión tan importante como el sistema kinésico, llevado a cabo de manera tan general es insuficiente. Especialmente en la época en que el desplazamiento de la gente al extranjero es tan fácil y la interacción humana tan habitual. Probablemente, a pesar de los trabajos como por ejemplo los de Ana Ma Cestero Mancera (2006) en los cuales ofrece una base teórica y metodológica sencilla que permite incorporar los elementos de la comunicación no verbal en las clases de español como lengua extranjera, los futuros investigadores tendrán que reponer de manera exhaustiva estos planteamientos y las necesidades de la enseñanza moderna.

Bibliografía:

Consejo de Europa (2001): Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación. Madrid: MECD - Anaya.

Serrano, S. (1980): Signes, llengua i cultura, Barcelona: Edicions 62.

Poyatos, F (1994): La Comunicación no verbal: Paralenguaje, Kinésica e interacción, Madrid: Editorial Istmo.

Cestero Mancera, A. Mª (1999): Repertorio básico de signos no verbales del español, Español-E/LE. Materiales complementarios, dir. Moreno Francisco, Madrid: Editorial Arco Libros S. L.

Instituto Cervantes (2006): Plan curricular del Instituto Cervantes. Niveles de referencia para el español. Madrid: Instituto Cervantes-Biblioteca nueva.