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De camino a la casa del artista Antonio López, en el norte de Madrid, no podía hacer otra cosa que sentir angustia por el encuentro con el pintor realista español más grande de los últimos cien años, el artista plástico más importante quizás que tiene en estos momentos España, después de visitar su exposición retrospectiva en el Museo Thyssen y leer mucho sobre él. Sin embargo, a partir del momento en que me recibió cordialmente en su estudio, el estrés dio lugar al entusiasmo que me causaba la posibilidad de tener una conversación con él, una conversación que considero que se realizó desde lo más profundo sobre la pintura, la escultura, las artes en general, tanto en España como en Grecia, y sobre la relación del mismo con la cultura griega. Sencillo, condescendiente y amable, contestó a todas nuestras preguntas y expresó el deseo de conocer el arte de la Grecia contemporánea, de los siglos XIX y XX.

Ispania.gr─ Parece que tiene un especial interés por plasmar de manera fiel ciertos paisajes. Nos preguntamos si la idea de dejar algo duradero en el tiempo es algo que le obsesiona y condiciona a la hora de pintar un cuadro, o ese tiempo lo lleva el descubrir la esencia de lo que quiere retratar en el cuadro. Por otra parte, ¿qué es lo que le lleva a interrumpir un proyecto, a darlo por finalizado?

Antonio López─ En general, no tengo tantas intenciones cuando pinto. Me dejo llevar un poco de lo que voy sintiendo. No pinto para salvar de la destrucción nada, ni para dejar constancia de nada. Yo creo que todo el mundo del hombre se terminará. En mi caso, es en una reacción afectiva el acercarme a las cosas, sean calles o sean personas, de una forma oscura, puramente instintiva, sin un propósito claro. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, cuando estás dependiente en el trabajo del mundo exterior, no siempre puedes manejarlo y controlarlo de una forma absoluta. Entonces, la obra a veces se acaba más, a veces se acaba menos. A veces no se hace otra cosa que empezarla.

I.─ Por eso en su exposición retrospectiva en el Museo Thyssen decía en los auriculares que muchas veces después de vender una obra va a la casa del comprador para terminarla…

A.L.─ En general no, solo en algún caso excepcional. Cuando entregas una obra tuya, la expones o la vendes, consideras que ya debe o puede vivir su vida propia. Ocasionalmente, si puedes y ves claro que tocando o cambiando algo va a ganar, puedes intentarlo. Tengo amigos a los que les pasa lo mismo, que cuando han podido han cambiado algo en el cuadro.

I.─ Eso viene a conectarse con esa frase suya de que «cada cosa alcanza sus propios límites de finalización...»

A.L.─ Sí, no está claro cuál es el límite. En el caso de casi todo el arte moderno, se va trabajando hasta que consideras que no puedes hacer más. Pero no hay un límite claro como podía ser en el siglo XIX o en la escultura griega donde todo el mundo nota si una obra está acabada o no. Hablar de que una obra estaba acabada indicaba una forma de hacerse; ahora no.

I.─ Siendo un apasionado de la pintura y de la escultura, ¿qué matices le aporta la escultura a la pintura y viceversa?

A.L.─ Es frecuente que en la época moderna los artistas plásticos –como Picasso, Matisse, Giacometti– pinten, dibujen y hagan esculturas. Los límites de la pintura, del dibujo y de la escultura no son muy definidos. Se superponen unos a otros y pueden crear como un bloque. Hay gente que lo ve así, y yo también. Y luego están los pintores puros o los escultores absolutamente puros, que no pueden expresarse más que a través de la pintura o la escultura respectivamente; que no necesitan más de una disciplina.

En la pintura se trabaja sobre la luz y el color, y en la escultura sobre las formas, pero la escultura antiguamente iba pintada. Es decir que en la escultura antigua estaba también la pintura. Entonces hay muchísima relación; son como las formas literarias en la literatura. No tienen unos límites muy definidos y no los han tenido nunca.

I.─ ¿Por qué su predilección a utilizar la tabla como soporte?

A.L.─ Cuando pinto por ejemplo temas urbanos tengo que ir con el soporte a una terraza, traerlo, llevarlo, le da el sol… digamos que tiene que soportar muchas incidencias. No es un trabajo que hagas en el estudio de una manera cómoda y tranquila. El soporte puede sufrir inclemencias del tiempo a veces. Y siempre he pensado que la tabla aguanta mejor que el lienzo. En ocasiones he pintado en tabla cosas hechas en el interior, porque la tabla tiene también una consistencia que es muy estimulante. Puedes raspar, puedes arañar, puedes insistir, puedes hacer muchas cosas. En el lienzo no puedes hacer todas esas cosas. El lienzo tiene una ternura, una blandura muy sensible, pero a veces deseas una superficie de mayor dureza. Yo he trabajado con gusto en las dos superficies.

I.─ ¿Qué dificultades ve en trabajar con grandes dimensiones? ¿Qué aportan estos formatos en relación con los usuales?

A.L.─ Miguel Ángel pintó la Capilla Sixtina que es enorme, los pintores griegos trabajaban sobre los muros de los templos y de los edificios públicos. El tamaño sería enorme. Luego se achicó mucho cuando el destino de la pintura eran los domicilios particulares de la burguesía y de la gente. Se ha alternado el tamaño grande con el tamaño pequeño en toda la historia de la pintura. La cueva de Altamira es una superficie muy grande.

Se ve claramente en Velázquez: si quiere hacer un retrato, el soporte es más pequeño que si quiere hacer dos figuras. Y si quiere hacer el retrato completo de una persona, es mayor que si solamente quiere hacer la cabeza. Está mucho en función de lo que tú quieras hacer. Cuando yo quiero retratar la ciudad de Madrid y quiero abrir mucho la visión a la ciudad, representar casi en todo lo que el ojo ve, no lo puedo hacer en un tamaño pequeño.

I.─ ¿Hay algún tema que le hubiera gustado retratar y que no haya abordado hasta la fecha? ¿Ha pintado alguna vez la mar?

A.L.─ La mar muy poco, porque nunca he vivido cerca del mar. He pintado pocas veces el mar quizá por eso, por falta de proximidad, porque no está incorporado a mi vida, ya que nací en Tomelloso, que está casi en el centro de España.

I.─ ¿En qué sentido le han podido influir sus orígenes manchegos?

A.L.─ Yo sé que mucho, pero no sé muy bien en qué. El país y el lugar de origen nos marca mucho, además la nación. También nos marca Europa, aunque un griego y un inglés son muy distintos. Veo eso reflejado en el arte con una evidencia enorme, me impresiona mucho ver la diferencia.

I.─ ¿Qué características de Madrid le han servido de inspiración?

A.L.─ A mí Madrid a veces me parece feo, a veces me parece duro, a veces desproporcionado. Es una ciudad muy marcada por la supervivencia de las personas. No es como París, Roma o Nueva York que parecen un escaparate de lo más hermoso que el hombre pueda dar en términos de arquitectura. Y me gusta por eso, porque es un resumen, un retrato de lo español.

I.─ ¿Qué opina usted del arte griego clásico y del helenístico?

A.L.─ Creo que ha sido una inspiración para Occidente durante siglos; primero y sobre todo para Italia, pero después ha pasado a España, a Francia, a Inglaterra, al Occidente y a todo el mundo... Yo no distingo entre el arte griego y el helenístico. A partir del Medievo hasta ahora el arte griego es el que más ha influido en Occidente. Ha sido la base de todo lo que ha ocurrido después. Y eso quedando tan pocas obras originales. Casi todo se destruyó y se conoce de una manera muy fragmentaria, a través de copias romanas y de descripciones de los viajeros. Me parece lo más grande.

Es un misterio lo que ocurrió hace dos mil años y luego dejó de ocurrir. También es un misterio para mucha gente y para mí cómo es el arte griego moderno de los siglos XIX y XX, porque no se sabe casi nada. Es una pena que no haya exposiciones de ese periodo, porque el siglo XIX ha dado muestras maravillosas en toda Europa.

I.─ Sabemos que a finales de los años 50 recibe una beca para viajar a Grecia. ¿Cómo fue esa experiencia?

A.L.─ Fui a Atenas en el año 1958 con un amigo que es también un gran admirador de la cultura griega. Yo tenía 22 años y mi amigo era un poco mayor que yo. No sabíamos nada de griego, pero como lo que queríamos era ver esculturas, ver monumentos, conocer todo aquello… con un poco de italiano pudimos comunicarnos. Los atenienses eran muy atentos y amables con nosotros. Se notaba que habían recibido visitas de mucha gente. ¡Fue una experiencia maravillosa!

I.─ ¿Visitaron otros sitios aparte de la capital?

A.L.─ No, estuvimos todo el tiempo en Atenas. Quisimos ir a la isla de Delos, pero hacía mal tiempo y no pudimos ir.

I.─ ¿Conoce personalmente a algún pintor griego?

A.L.─ A Perdikidis lo conocí cuando todavía estaba estudiando Bellas Artes en la Escuela. A Madrid vinieron tres artistas plásticos griegos: los pintores Perdikidis y Márkelos y el grabador Papayeoryíu. Nos resultaron muy simpáticos. Perdikidis era muy alto, Papayeoryíu era más pequeño y Márkelos era el más reservado de los tres. Los «dos Dimitri» (Perdikidis y Papayeoryíu) se quedaron aquí bastantes años.

I.─ Al final de la película documental El sol del membrillo, manifiesta usted su deseo de realizar un viaje a Grecia y posteriormente llegó a visitarla. ¿Qué le aportaron esos dos viajes a Grecia?

A.L.─ Después de acabar la película, en las Navidades del año 90, nos fuimos Mari y yo a Atenas. Fue mi segundo viaje y ya no he vuelto. Yo volvería de nuevo a Grecia. No sé lo que te aporta; te aporta placer. Yo no voy para aprender, voy porque me gustar ir a ese lugar. Es como una necesidad y un placer, las dos cosas juntas. Lo que sacas en limpio es muy difícil de saber, y eso ya no me preocupa nada, pero seguro que es algo bueno.

I.─ ¿Qué aporta la cultura clásica a su obra, en líneas generales?

A.L.─ Los primeros hombres que expresaron sus sentimientos a través del arte, fuera ya de los hombres de las cavernas o de los pueblos primitivos, digamos desde el terreno del arte claramente que es Egipto, Mesopotamia, Grecia, son los que construyen el lenguaje de la pintura, de la escultura, del relieve, de la arquitectura. Cuando llegan los romanos digamos que todo está ya resuelto por ellos, y resuelto maravillosamente bien. Eso es una maravilla contemplarlo y eso entra en nuestro aprendizaje y en nuestra cultura de una forma muy poderosa. Toda esa etapa que llega hasta que aparece Cristo es algo maravilloso y sin igual. Para mí, como amante del arte, es algo que te hace creer en el hombre. Todos venimos de esas culturas, no solamente los artistas sino todos.

I.─ De haber nacido y vivido en Grecia, ¿puede imaginar cómo habría sido su obra? ¿Habría sido Atenas –como lo es Madrid– uno de sus temas principales?

A.L.─ Si en el año 1936 en vez de nacer en España hubiera nacido en Grecia, de verdad no sé lo que hubiera pasado, pero seguro que sería algo así, el vínculo temático sería el lugar de nacimiento.

I.─ ¿Hasta qué punto le ha influido la tradición pictórica española desde Zurbarán a escuelas más modernas?

A.L.─ Creo que el último que llega en cualquier campo es siempre el heredero de todo lo anterior. Pero uno no sabe en qué medida le influye todo lo que ha heredado. Εn mí no se trata de una decisión voluntaria. Yo como soy español, tengo que tener inevitablemente una influencia de lo español en mi espíritu, mi educación y mi sensibilidad. Pero ahí están otras muchísimas cosas, sería una lista larguísima.

I.─ ¿Qué opina de El Greco?

A.L.─ El Greco era un extranjero en España; intentó imitar el arte español, sin embargo él nació en Creta, pero venía de Venecia ya muy formado en el lenguaje de la pintura manierista. Se encuentra con un país que le impresiona mucho, con unas gentes de luto, muy severas. Eso lo pone en evidencia, pero desde su condición de un hombre que no es de allí. Exagera mucho las cosas. El español nunca lo exagera tanto, porque no lo necesita exagerar. El Greco imita lo español y lo imita muy bien, con mucho arte.

I.─ ¿Ha tenido alguna vez la tentación o la necesidad de expresarse por medio de otros estilos que no sean el realismo?

A.L.─ No. Yo he creído siempre en la figuración, en el realismo. Creo que es muy difícil, creo que hay que afinar mucho y tener mucha cultura y muchas facultades, mucho acierto y mucha suerte.

I.─ ¿Usted cree que la realidad es algo tangible y se puede atrapar en un lienzo o en una escultura?

A.L.─ Siempre ha sido así, como en una novela, en unas notas musicales y hasta en las formas de la arquitectura se atrapa. Todo sale de la realidad si sale de nosotros.

I.─ ¿La realidad existe?

A.L.─ Sí, yo diría que sí. Puedo dudar de otras cosas, pero de que la realidad existe, no. ¿A qué podemos llamar la realidad? La realidad es el mundo visible. Mientras estamos vivos, estamos en la realidad. Nosotros y todo lo que nos rodea es la realidad. Los sueños también pertenecen a la realidad.

I.─ Simónides de Ceos, poeta lírico griego, dijo que «la poesía es pintura parlante y la pintura es poesía muda». ¿Le parece una definición acertada?

A.L.─ Sí, puede ser así. El arte está hecho siempre para expresar sentimientos. Funciona de la misma manera en la música, la pintura, la arquitectura, la literatura.

I.─ Sabemos que uno de sus próximos proyectos está basado en la decoración de una de las cúpulas de la basílica del Pilar de Zaragoza. Cuéntenos –en la medida de lo posible– cómo marcha ese proyecto y qué supone para usted tomar parte en un proyecto de temática religiosa.

A.L.─ Este proyecto comenzó como posibilidad hace muchos años, hace quizá veinte años. Se pusieron en contacto conmigo los responsables de la basílica del Pilar para pedirme que hiciera algún trabajo allí. En aquel momento dije que no, porque no veía que pudiera aportar nada en ese sentido. Muchos años después, hace tres años más o menos, contacté con ellos porque he tenido la sensación de que ahora sí que podría hacer algo que tiene que ver con lo religioso. A mi manera de ver, lo religioso en principio está en todo, no está solamente en la representación de la temática religiosa. Puede estar en la manera de mirar la vida. En ese sentido pienso que aunque yo no sea religioso de la manera que podía serlo una persona prácticamente, creo que sí puedo expresar un sentimiento religioso y que puedo materializar e incorporarlo a la basílica. Pero lo haré como yo lo siento. El tema está en trámites ahora mismo.

Fue un gran honor y un placer la realización de esta entrevista que muy amablemente nos concedió Antonio López y a través de estas pocas líneas se lo agradezco mucho de nuevo. Deseo que los lectores la encuentren interesante y la disfruten tanto como yo.

Damos las gracias a Yorgos, Javier y «Miltos» que nos animaron a contemplar la posibilidad de esta entrevista, cada uno a su manera. Agradecemos también a toda la gente que envió preguntas y participó en su realización.

Algunas de las obras más representativas de Antonio López: http://www.ispania.gr/fotogalerias/fotogaleras/-obras-de-antonio-lpez


Antonio López
Apuntes biográficos

Paula Luengo

1936
Nace el 6 de enero en Tomelloso, Ciudad Real; es el mayor de cuatro hermanos (Josefina, Diógenes y Carmen). Su familia, que goza de una situación acomodada, se dedica a trabajar en sus tierras de cultivo.

Desde muy pronto demuestra sus dotes para el dibujo. Le inicia en la pintura su tío Antonio López Torres, pintor paisajista. Antonio comienza realizando copias a lápiz de láminas y posteriormente dibujos del natural de bodegones que le prepara y dirige su tío. Se trata de composiciones básicas.

1949
Durante el verano su tío convence a los padres de Antonio para que se pueda ir a estudiar Bellas Artes a Madrid. En octubre y con tan sólo trece años se traslada a Madrid para iniciar su formación artística y preparar su ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Dibuja en la Escuela de Artes y Oficios y en el Museo de Reproducciones Artísticas copias de obras clásicas griegas o romanas, lugar donde conoce a Francisco Nieva. Este mismo año conoce a Joaquín Ramo cuando ambos participan en un concurso organizado por las escuelas de Artes y Oficios de Madrid.

1950-1955
Tras aprobar el examen de ingreso en julio, estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. A partir de entonces entabla una larga y estrecha amistad con algunos de sus compañeros, entre ellos Julio y Francisco López Hernández, Enrique Gran, Amalia Avia, Lucio Muñoz, Isabel Quintanilla y Carmen Laffón.

1955
Termina sus estudios con numerosos premios. En el último curso conoce a la pintora María Moreno, con la que se casará en julio de 1961.

Viaja a Italia con Francisco López gracias a una beca del Ministerio de Educación (III Concurso Nacional para Artistas Plásticos).

Expone en la muestra colectiva en las salas de la Dirección General de Bellas Artes: Antonio López, Lucio Muñoz, Julio López Hernández y Francisco López Hernández. Trabaja en Tomelloso y en Madrid hasta el año 1960. Se centra en la figura humana y en el paisaje y realiza retratos familiares, naturalezas muertas y paisajes con figuras en su entorno y sus amistades: Sinforoso y Josefa, 1955; Mis padres, 1956; Los novios, 1955; Cabeza griega y vestido azul, 1958.

1957
Participa en la Exposición de artistas manchegos de hoy, Museo Nacional de Arte Moderno, Madrid.

Recibe el Premio de la Diputación de Jaén en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

En diciembre tiene lugar su primera exposición individual en el Ateneo de Madrid, en la Sala del Prado: Antonio López García y su tiempo.

1958
La Fundación Rodríguez Acosta de Granada le otorga el Premio Naturaleza Muerta con el que viaja a Grecia y el Ministerio de Educación una pensión de estudios con la que viaja a Roma en compañía de Francisco López.

1959
Participa en la XX Exposición manchega de artes plásticas en Valdepeñas, Ciudad Real.

1960
En este momento su trabajo se divide entre obras plenamente realistas (Carmencita jugando, 1959-1960) y obras en las que combina elementos reales con otros imaginarios, oníricos, surrealistas o misteriosos (La alacena, 1962-1963; La aparición, 1963): todo ello es fruto de la influencia de la Roma y Grecia clásica, la pintura italiana renacentista, la pintura metafísica, el realismo europeo y la Nueva Objetividad.

Comienza a pintar vistas de Madrid en formato panorámico y desde la distancia, como El norte de Madrid desde La Maliciosa, 1962-1964, y Madrid Sur, 1965-1985).

1961
Exposición individual en la Galería Biosca de Madrid.

Recibe una beca de la Fundación Juan March; posteriormente, su obra Figuras en una casa entra a formar parte de la colección de esta institución.

1962
El 21 de mayo nace su hija María.

1964
El 28 de abril nace su hija Carmen.

Comienza a formar parte de los artistas representados por la Galería Juana Mordó de Madrid, participando en su exposición inaugural.

Es nombrado profesor encargado de la cátedra de Preparatorio de Colorido en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, cargo que ocupará hasta 1969.

Participa en las exposiciones colectivas estadounidenses The 1964 Pittsburgh International Exhibition of Contemporary Painting and Sculpture, en el Museum of Art, Carnegie Institute, Pittsburgh, y en Pintores españoles contemporáneos en la Feria Mundial de Nueva York.

1965
Recibe el Premio Nacional de Arquitectura, junto al arquitecto Heliodoro Dols.

La Staempfli Gallery de Nueva York le organiza su primera exposición individual en Estados Unidos. Tres años más tarde, la galería organizará una segunda muestra con la que se da a conocer al artista internacionalmente.

A partir de 1966 su obra se torna más realista. Antonio López se centra en la representación de objetos y figuras. Pinta, esculpe o dibuja en profundidad aquello que ve, todo lo que le emociona, lo que conoce y pertenece a su entorno físico y afectivo más inmediato y cotidiano.

Tiene preferencia por los interiores de las viviendas: interiores de estudio, espacios vacíos y cuartos de baño. El váter, 1966; Lavabo y espejo, 1967, Taza de váter y ventana, 1968-1971, Estudio con tres puertas, 1969-1970 y El cuarto de baño, 1970-1973 son óleos y dibujos destacados de este género.

1970
Comienza su relación profesional con la galería Marlborough.

1972
Exposición Antonio López García en la Galleria Galatea de Turín y en la Galerie Claude Bernard de París.

En estos años aparecen en su trabajo las ventanas como elementos que conectan el interior con el exterior y que permiten la contemplación del mundo: Ventana grande, 1972-1973, Ventana por la tarde, 1974-1982, Ventana de noche. Chamartín, 1980.

1973
La galería Marlborough de Londres organiza una importante exposición colectiva sobre realismo Contemporary Spanish Realists con los artistas Miguel Ángel Argüello, Amalia Avia, Claudio Bravo, Julio Hernández, Carmen Laffón, Francisco López, María Moreno, Daniel Quintero y Antonio López.

1974
Participa en la exposición colectiva Hyperréalistes américains. Réalistes européens en el Centre d´ art Contemporain de París.

Premio de la Ciudad de Darmstadt, Alemania. Al año siguiente colabora con la muestra Realismus und Realität en la Kunsthalle de Darmstadt.

Antonio plasma la realidad como la percibe en un proceso lento y susceptible de cambios. Por ello, algunas de sus obras tardan mucho tiempo en completarse o están todavía en proceso de realización: Gran Vía, 1974-1981; Madrid desde Torres Blancas, 1974-1982; Madrid desde Capitán Haya, 1987-1996.

1978
Miguel Fernández-Braso publica La realidad en Antonio López García, tercer número de la colección Poliedro de Ediciones Rayuela, Madrid.

1980
Todavía pasa temporadas en Tomelloso trabajando. Le sigue atrayendo enormemente la estructura urbana, de calles anchas y rectas que se fugan en la distancia: Calle de la Feria, 1980; Tomelloso, Calle Nueva, 1980; Calle de Tomelloso, 1980.

1982
Expone en Arti visive ’82 de la Bienal de Venecia.

1983
Recibe el premio Pablo Iglesias y la medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes.

1985
Premio Príncipe de Asturias de las Artes y ABC de Oro.

Es seleccionado junto a Chillida y Tàpies para exponer en Europalia ’85. España, en el Musée d´ Art Moderne de Bruselas, con una muestra individual.

Primera exposición retrospectiva organizada por la Fundación Juan March en el Museo de Albacete.

1986
Medalla de oro de Castilla-La Mancha.

La exposición individual que organiza la galería Marlborough en Nueva York supone una nueva toma de contacto con el público norteamericano. La muestra viajará después, en versión reducida, a la sede londinense de la galería.

1990
Medalla de oro de la Comunidad de Madrid.

Se publica la monografía más completa del artista escrita por Michael Brenson, Francisco Calvo Serraller y Edward J. Sullivan, Antonio López García. Dibujos, pinturas, esculturas, editado por Lerner y Lerner Editores, Madrid. Ese mismo año, Rizzoli International Publications, Inc., Nueva York, publica la versión en inglés: Antonio López García. Drawings. Paintings. Sculptures.

1992
El director de cine Víctor Erice realiza el largometraje El sol del membrillo, centrado en el proceso creativo de Antonio López mientras pinta un árbol de membrillo en el patio de su casa. El film es galardonado en el Festival de Cine de Cannes (premio de la Crítica Internacional y premio del Jurado), en el Chicago International Film Festival (Hugo de Oro) y en el Festival de Cine de Montreal, Canadá, en el año 2000, donde le es otorgado el premio a la Mejor Película Extranjera.

Recibe el Premio Tomás Francisco Prieto de la Casa de la Moneda, Madrid.

1993
En enero es nombrado miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Entre mayo y julio tiene lugar Antonio López. Pintura, escultura, dibujo, la gran exposición antológica del artista en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid Antonio López. Pintura, escultura, dibujo.

La prestigiosa revista de arte Art in America publica en su número de octubre el artículo de Max Kozloff Antonio López, painter of Madrid.

1994
Vuelve a retomar temas frutales y vegetales de los años setenta y ochenta como los ciruelos, membrilleros y almendros en flor: Calabazas, 1994-1995; Membrillos y calabazas, 1994; Frutas y verduras, 1988; Membrillero de poniente 3, 1988; Membrillos, granadas y cabeza de conejo, 1988. Estos dibujos hunden sus raíces en su etapa inicial, cuando ya realizaba pinturas de parras (La parra, 1955), de membrilleros (Membrillero, 1961) y de flores (Granadas y rosas, 1957).

1995
Representa a España en la Bienal de Venecia junto a Antonio Saura, Eduardo Arroyo y Andreu Alfaro.

La muestra Antonio López. Proceso de un trabajo se expone en la Fundación Focus de Sevilla.

1996
Acaba Madrid desde Capitán Haya, 1987-1996 y Afueras de Madrid desde el cerro Almodóvar, 1991-1996.

1998
Es nombrado miembro del Real Patronato del Museo del Prado, cargo que ocupará hasta mayo de 2009.

2001
Se instala en el claustro del Patio Herreriano del monasterio de San Benito de Valladolid el Retrato de Sus Majestades los Reyes de España Don Juan Carlos y Doña Sofía. Las dos figuras sentadas en bronce son un encargo conjunto del Ayuntamiento de la ciudad a los escultores Francisco y Julio López Hernández y Antonio López en 1998. Será su primera escultura monumental al aire libre.

En octubre se expone en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía el grupo escultórico Hombre y Mujer, 1968-1994 y diecinueve dibujos preparatorios, que pasarán a formar parte de la colección del museo como dación por parte de Repsol.

2003
Premio de Artes Plásticas y Arquitectura de El Mundo y la Comunidad de Castilla La Mancha.

2004
Es nombrado miembro honorario de la American Academy of Arts and Letters de Nueva York. En julio recibe la medalla de honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Santander, y en septiembre, el premio Ciudad Alcalá de Henares de las Artes.

2006
En junio le es otorgado el premio Velázquez de las Artes Plásticas.

Presenta en la Asamblea de Madrid Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas, 1990-2006, su mayor paisaje urbano hasta el momento.

2008
Su primera exposición retrospectiva en Estados Unidos tiene lugar en el Museum of Fine Arts de Boston en abril. El museo adquiere la pareja de esculturas monumentales Carmen dormida y Carmen despierta para su colección permanente.

El día y La noche se instalan en la estación de Atocha, Madrid.

2009
Recibe el premio Penagos de Dibujo de la Fundación Mapfre, Madrid.

2010
Se le concede la medalla de oro del Ayuntamiento de Madrid.

TF Editores, Madrid, publica Antonio López. Dibujos, con textos de Antonio López y Francisco Calvo Serraller.

La escultura monumental La mujer de Coslada se inaugura en la rotonda de la avenida de la Constitución del municipio de Coslada.

Entrevista: Sofía Roilidou
Transcripción, traducción al griego, revisión general: Vicky Rouska
Los apuntes biográficos fueron extraídos del Catálogo de la Exposición de Antonio López, editado por la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza.